Sé que Wes Anderson es un gran cineasta, y su imaginación no tiene límites para transportar personas de la cotidianidad, comunes y corrientes, sin presunciones más que el de ser auténticos en este camino largo y sinuoso llamado vida. Este director prolífico de casi 46 años de edad siempre tiene claro en su mente el lineamiento que deben tener todas esas personas comunes para volverlos en verdaderos personajes sin caer en clichés baratos, o en parodias injustificadas, para obtener de una historia trágico, lo más chispeante y cómico de una situación como el asesinato de alguien, el machismo de un patriarca o el cinismo de un mujeriego.
Al leer el párrafo anterior me doy cuenta que tengo muy presente la labor artística de Anderson como escritor y director cinematográfico, sin embargo hay algo en todas sus historia que no termina por caer "el veinte" dentro de mi, aún no me siente capturado por sus planteamientos, la narrativa visual o los diálogos ácidos de sus películas.
Tal es el caso de EL GRAN HOTEL BUDAPEST, una historia ubicada en tierras lejanas, sobre montañas imaginarias, en un país imaginario; cuenta la relación de trabajo pero también de complicidad entre un "conserge" o lo que viene siendo el gerente del hotel M. Gustave con su brazo derecho, asistente personal, el lobby boy, Zero. Esta relación laboral se vuelve aún más íntima, como una especie de hermandad cuando la muerte de una anciana y huésped del hotel muere asesinada, desata las más alocadas y extravagantes aventuras de estos dos empleados, todo para demostrar la inocencia de Gustave y defender la propiedad de una pintura invaluable "Niño con manzana".
Lo que me agrada muchísimo de Anderson, es el poder de convocatoria que tiene sobre la crema y nata hollywoodense. Pareciera que sin importar que los personajes disponibles sólo aparece en pantalla 10 segundos, para entregar sólo un paquete, o responder el teléfono, entre otros, hasta los actores más poderosos (en el arte y/o en la fama) acceden a participar por medio de estos bits. Claro que esta situación tiene una justificación: el alma e importancia artística que tienen las películas de Anderson, parecen perlas perdidas en medio del océano.
Así pues, en EL GRAN HOTEL BUDAPEST aparecen: Tilda Swinton, Bill Murray, Adrien Brody, Tom Wilkinson, Edward Norton, Saorsi Ronan entre otros. Un elenco multiestelar adornan y complacen al público de ver a sus estrellas favoritas en otra faceta, saliendo de lo común, de la zona de confort.
Me queda muy claro cuál es el objetivo artístico de Wes Anderson, sus motivaciones, su estética, su genialidad para hacer de lo común algo imposible de imaginar, de visualizar. Y sin embargo no puedo con este director, algo falta, algo me falla para poder compenetrarme y sentirme parte de la trama y tener a flor de piel su propia sensibilidad. Por esta razón, es que invito a todos a acercase a cintas como EL FANTÁSTICO MR. FOX, LOS EXCÉNTRICOS TENENBAUMS, entre otros, es un deleite visual y actoral.
EL GRAN HOTEL BUDAPEST
(THE GRAND BUDAPEST HOTEL)
ESCRIBE: BASADO EN LAS MEMORIAS DE STEFAN ZWEIG; GUIÓN: WES ANDERSON
CON: RALPH FIENNES, TONY REVOLORI
PRODUCE: SCOTT RUDIN PRODUCTIONS, INDIAN PAINTBRUSH, STUDIO BABELSBERG
REINO UNIDO, ALEMANIA, EUA
2014
100 MIN.
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