lunes, 31 de agosto de 2020

LA PRINCESA MONONOKE



De lo que más le admiro a Hayao Miyazaki es la tremenda capacidad imaginativa que posee. Es decir, el tener dentro de su cabeza tantos seres extraños y de fantasía es increíble, seres mágicos, héroes y villanos, mitológicos, dioses y guardianes, pero no sólo eso, sino que dentro de su cerebro, cada uno de estos personajes le dota una función estrictamente específica, personalidad exclusiva de sí para que no se parezcan entre unos y otros.




He visto varias de sus películas, y con ellas me doy cuenta que cada una tiene un objetivo muy claro, una misión puntual, también le admiro su capacidad de discernir cada una de sus historias para que no se parezcan, claro, todas poseen el mismo estilo del director, eso es obvio ya que es su firma, pero en sí, cada cinta tiene su propia esencia.




En esta ocasión les quiero platicar de La Princesa Mononoke. Aquí, lo primordial es un tema moderno pero de extrema emergencia mundial: la protección de la ecología y la lucha entre el hombre y la naturaleza. Miyazaki siempre se va a tomar el tiempo, sin prisas, con tranquilidad, para repasar sobre temas que podríamos darlos por hecho, sin embargo, por lo mismo ya no les damos la importancia debida y es ahí cuando creamos nuestros propios puntos débiles como humanidad, que si no ponemos especial atención, podríamos provocar nuestra autodestrucción.



En La Princesa Mononoke nos lleva de viaje a través del tiempo, a la antigua y mitológica Japón, en los tiempos imperiales, feudales, donde existía la esclavitud, en campos y bosques, cuando se tenía poco tiempo de experimentar con la pólvora y el hierro. Ahora bien, bajo este contexto surge un Japón mitológico, lleno de magia y divinidad. Ashitaka es un joven rural que por defender a su gente y sus tierras de un dios perdido y dispuesto a eliminar a todo lo que se le presente de frente, fue víctima de una maldición que le propició ese mismo dios. Ahora el muchacho debe emprender un viaje para encontrarse con el dios de dioses para lograr que le quite ese hechizo.



Es así como Ashitaka se topa con una serie de personajes que se encuentran en ambos extremos de una línea llamada planeta tierra; este muchacho escucha y comprende por un lado, a la gente que quiere acabar con los dioses protectores de la naturaleza porque creen que sólo así podrán trabajar en paz fuera y dentro de los bosques, por el otro, precisamente se aproxima a los dioses, a la naturaleza, a todo lo que se encierra en ella para saber qué le aqueja, qué desea, qué necesita. Así, Ashitaka se coloca enmedio de una guerra encarnizada para obtener el domino sobre la fas de la tierra. Ashitaka representa la balanza del equilibrio y la justicia, la Dama Eboshi simboliza los sentimientos belicosos, la ambición y la justicia propia; la Princesa Mononoke o San, representa al ser humano que le da voz a todo aquél que no pueden defenderse por sí mismo, como la flora y la fauna; el dios ciervo y demás personajes mitológicos representan a la naturaleza furiosa, a la naturaleza enojada que cuando se lo propone arrasa con los seres humanos y sus creaciones, arrasa con la fuerza de manadas de jabalíes y lobos gigantescos, que en la vida real podría traducirse como fenómenos naturales (huracanes, tornados, terremotos y demás).



Entonces, La Princesa Mononoke, película anime de 1997, representa la devastación del planeta tierra en manos del ser humano, pero en realidad, y más importante, es que apela a la reflexión, nos invita a meditar, a hacer trabajo de consciencia y nos demos cuenta que naturaleza y ser humano podemos vivir en paz, equilibrio y armonía, claro que se puede, sólo falta voluntad por parte de nosotros, también inteligencia para hayar estrategias de conservación de especies animales y de ecosistemas en general.


En pocas palabras, no nos ha caído el "veinte" que sin naturaleza nosotros no somos nada, a ver ¿qué vamos hacer cuando se nos agoten los recursos naturales renovables y no renovables? No vamos a poder fabricar nada, generar nada, ni comida, ni agua, ni vestido, ni medicinas, ni fuego, ni electricidad, ni nada de nada, es decir, nos estamos autodestruyendo.




Ven, ¿cómo dentro de toda esa fantasía, y seres mágicos de las películas de Miyazaki en realidad tratan de algo sumamente relevante que lo damos por sentado?

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