Es una verdad innegable que desde niños hasta nuestra adultez vamos adoptando a celebridades como nuestros ídolos, por su forma particular de trabajar en su disciplina. Muchas veces soñamos con ser como esos ídolos, o tener la vida lo más parecida a ellos. Es muy bonito tener una figura inspiracional en nuestra vida, un ejemplo a seguir.
Viéndolo, si se quiere, desde el lado superficial, de nuestros ídolos quisiéramos tener lo que ellos, casas, autos, joyas, ropa, dinero, todo lo material. Es entonces cuando nos imaginamos tener todas las cosas materiales. Pero no pasa de ahí. Por eso se llaman ídolos, porque son figuras inalcanzables, son las metas a conseguir a través de valores y principios adecuados.
Hablando de principios y valores morales, cuando se carece de éstos podemos perder la diferencia de lo que está bien y lo que está mal según los consensos sociales. Si violamos la orden aceptada ya sea en la familia, ya sea en el trabajo, en el colegio no hacemos otra cosa más que violarnos a nosotros mismos porque a cada paso nos estaríamos hundiendo sin percatarnos, ¿cómo detenerse si no hay nadie a lado para detener, guiar, es decir, una autoridad moral?
Esto ha sucedido sobretodo en los jóvenes toda la vida, aunque de manera notable en estos últimos años hay un sector muy vulnerable ante las circunstancias sociales: tecnología que aísla de la gente, ambos padres necesariamente laboran, hijos a cargo de otras personas, por tanto hijos abandonados en su propio hogar, re-priorización de los principios humanos. Sin embargo hay algo muy importante, esto está sucede en la clase media alta y alta, donde los chicos se convierten en adultos insufribles, autoritarios, sin valores morales, sin ética todo porque de niños vivieron ausentes hasta de sí mismos.
Entonces la fusión de estos dos fenómenos sociales: la idolatría a las celebridades y la falta de valores morales en los chicos de clase alta han dado como resultado un sin fin de casos de riesgo. Pero el más sonado en Estados Unidos es el caso THE BLING RING, un grupo de chavos que de la nada empezaron a allanar las casas de sus ídolos para robar las pertenencias de ellos como zapatillas, joyas, ropa, dinero, valuado en varios millones de dólares.
Desafortunadamente SOFÍA COPPOLA, directora de LADRONES DE LA FAMA, se queda a medias en su tratamiento por ofrecernos un caso que da para mucho en cuestión de análisis sobre el espíritu humano. Bien pudo haber adentrado en la mirada y visión de cada personaje juvenil para entender las razones familiares, pero sobre todo sociales. No alcanza esa perspectiva.
En lo personal no llego a comprender del todo a COPPOLA con esta película, ya que ella nos ha acostumbrado que su estilo es el oscurantismo del corazón humano, se caracteriza a rascar en lo más hondo del alma, de la soledad; ahora nos entrega algo casi casi superficial, porque en mi visión se queda simplemente en la nota periodística, lo que ya he mencionado: un grupo de chicos entran a robar varios millones en pertenencias a varias celebridades. Me da la impresión de la directora también de PERDIDOS EN TOKIO, da por hecho la banalidad en la que viven estas personas y la razón por la piensan y actúan de esa forma tan despreocupada de robar. Así es, también pienso lo mismo, es tan obvio que líneas arriba les expuse mi punto de vista: las circunstancias globales y sociales han estado orillando a los muchachos a ser así, pero esto no lo aborda la película. Simple y llanamente es hora y media de hurtos y drogadicción.
LADRONES DE LA FAMA
(THE BLING RING)
Dir: SOFÍA COPPOLA
ESCRIBE: SOFÍA COPPOLA
CON: KATIE CHANG, ISRAEL BROUSSARD, EMMA WATSON
PRODUCE: AMERICAN ZOETROPE, NALA FILMS, PATHÉ DISTRIBUTION
ESTADOS UNIDOS, 2013
90 MIN.
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