lunes, 26 de enero de 2009

ARRÁNCAME LA VIDA


EL ÉXITO DE ARRÁNCAME LA VIDA

Por: Abel Olivares Ramírez

Son tres semanas desde su estreno, sigue aún en primer lugar en la taquilla mexicana, hasta ya fue inscrita para contender en la próxima entrega de La Academia, los Oscares, es momento de hablar de ella, ya que pertenece a una parte importante de la literatura de nuestro país, ahora ya forma parte trascendental en nuestra cinematografía, me refiero a Arráncame la Vida de Roberto Sneider.

En su libro, la autora, Ángeles Mastreta, de la novela del mismo nombre y en la cual está basada la cinta, nos narra en voz de la protagonista Catalina, una historia de crecimiento, de búsqueda como mujer, de salirse de las normas sociales de la ápoca, ya que se ubica en el México post Revolución. Una historia donde se combinan la sociedad, la política, las clases sociales, el amor, en una sola narrativa. Con diálogos y monólogos, con un toque de humor, para amenizar toda esa amalgama represora y opresora que percibían los mexicanos en todos los ámbitos y nos sintetiza esta novela.

En cuanto a Roberto Sneider (Dos Crímenes) como director, decide adaptar la novela para abordarla de una manera un tanto sutil en cuanto a la vida política de aquél entonces, centrándose únicamente en la figura que emana el matrimonio conformado por el General Andrés Ascencio (Daniel Giménez Cacho –La Mala Educación) y Catalina (Ana Claudia Talancón- Una Llamada Perdida). Donde además de que Ascencio es el clásico macho mexicano que minimiza a la mujer, hace y decide sobre su esposa e hijos, pero lo interesante es verlo desde el punto de vista de las altas esferas de la política y la sociedad, más aún desde la cotidianeidad de la provincia, exactamente desde Puebla.

Por otro lado, tenemos a Catalina que a los 16 años su vida cambia totalmente al contraer matrimonio con un general que le lleva 15 años. Precisamente este es el tiempo que transcurre la historia 15 años de matrimonio, lapso en el que Catalina madura vertiginosamente, se enfrenta a la podredumbre de una sociedad doble moralista, del escarnio del cual se apoya para dirigir este país, y de la aceptación a sí misma como mujer independiente, capaz de opinar, oponerse, sublevarse, aunque todo dentro del margen que le permite sus circunstancias. Porque a final de cuentas, a este mundo todos venimos a hacer y ser felices, está en nosotros de si lo queremos o no.

Dentro de la cinta, podemos ver un elenco multi estelar, desde los actores consolidados hasta las nuevas generaciones, promesas del mundo de la farándula. José María de Tavira (Cansada de Besar Sapos)es Carlos Vives; Isela Vega (La Ley de Herodes)como una gitana, Joaquín Cosío (Matando Cabos)como Juan, chofer y mano derecha del general; Julio Bracho (Casi Divas)como Cienfuegos fuerte contendiente a la silla presidencial; Rocío Verdejo (Matando Cabos) como la esposa de Cienfuegos, Camila Sodi (Déficit) como Lilia Ascencio; y en un papel especial, Eugenia León como Toña, aunque nunca lo especifican, la connotación que nos da la escena, vemos que se interpreta a Toña la Negra, la gran cantante veracruzana de los años 40. Y muchos actores ás que desfilan a través de la cinta, van enriqueciéndola al ojo del espectador, lo cual resulta ser muy interesante.

Otro punto también notorio, es que el director no se conformó con ambientar las distintas épocas post revolucionarias dentro de un foro de cine, mediante sets que podrían delatarse falsos, de mal gusto, esto no sucedió porque Sneider nos transporta de la mano a la época con locaciones, en Puebla, el centro histórico de la ciudad de México, así como la fachada y el interior del Palacio de Bellas Artes, así como el Zócalo con su antigua decoración llena de árboles; aunado a esto, la cantidad de extras vestidos adecuadamente, los carros, la decoración.

A una película mexicana siempre se le crítica por todo, cada aspecto, cada rubro, y el nivel de las actuaciones no es la excepción. Giménez Cacho, es sin dudarlo, el mejor actor que existe en nuestro país, en la actualidad, hace con el personaje del general Andrés, un ser auténtico, lleno de tantos matices y variaciones, como todo ser humano, en una sola escena podemos ver la exploración de tantas emociones en pocos minutos; al general el público lo puede odiar, o lo puede querer, esa es la magia que resulta de una actuación excelsa. Para muchos es grato ver el crecimiento histriónico de Ana Claudia Talancón demostrándolo a través de Catalina, a quien con sus actitudes, poses, muecas, le puedes creer que tiene 15 años de edad, y hasta 30, que se preocupa por sus hijos, sumamente enamorada de su marido, de su amante, dolor por la ausencia de su padre, y odio por el descubrimiento de la verdadera cara su esposo.

Por todo lo anterior, no en vano son ya hasta se consideró para la nominación a un oscar, y tanto tiempo en cartelera mexicana, en primer lugar de taquilla, resultado de una película, entretenida, ágil, nostálgica, atractiva por sus actores, por sus actuaciones. Si bien no respeta al 100% la esencia literaria de la novela, si rescata y enaltece el aspecto visual del mismo.

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