Los que tengan a su lado, aún a sus padres ya muy mayores, o abuelos, deténganse a observarlos, aunque tengan mucha vitalidad, fuerza en su cuerpo, sean lúcidos, vean detenidamente su mirada, el contorno de sus ojos, sus pupilas, sus movimientos, ¿tienen la misma chispa que hace 5 años? ¿poseen las mismas ansias de hace 10, 20 años? Es una mirada marchita, porque su alma se está escapando por ahí, la frase de que "los ojos son la ventana del alma" no es gratuita, ya que también podríamos ver que el alma de nuestros padres o abuelos necesitan trascender al siguiente plano.
¿Les ha tocado escuchar o saber a gente muy mayor que ruega para que "Diosito se los lleve? El alma habla, los ciclos se acaban, las misiones han sido cumplidas, necesitan seguir su recorrido a través del cosmos.
¿Que hay con todos los que nos quedamos aquí? ¿Qué hay de nuestro dolor por verlos partir, o sufrir en la agonía?
Son los recuerdos más maravillosos que se vuelcan en nuestro interior cuando el temido desenlace e inevitable llega, es lo que nos duele, lo que nos parte el corazón, el imaginarnos la juventud de esa persona, la interacción que tuvo con nosotros, si nos cuidó, si nos abrazó, si nos regañó, si nos hizo ver lo mal que nos portamos, pero también sus abrazos, las salidas a jugar, a platicar, en fin, tantos recuerdos que no volveremos a crear porque esa persona partirá para siempre, nunca la volveremos a ver.
Pero que no se nos olvide que la muerte siempre significa nuevas oportunidades. La muerte de un ser querido es malo por la tristeza y el dolor que acarrea. Pero simboliza algo extraordinario: el renacer.
Estas situaciones trágicas puede significar muchas cosas buenas, como la reconciliación primero consigo mismo, después con la gente con la que estamos distanciados; también para darle paso a las nuevas ideas, nuevos bríos, a las nuevas personas que desean cambiar al mundo; también la muerte nos empuja a no cometer los mismos errores, nos motiva a cumplir con compromisos, a ser responsables a tomar valor a la vida.
Ema (CASSANDRA CIANGUEROTTI) fue criada, educada por su abuela materna (ISELA VEGA) mientras que su madre (MARÍA ROJO) se ausentaba hasta días por su trabajo. A Ema, ver partir a su abuela, verla sufrir con sus últimos respiros, con conciencia desaparecida, con la mirada perdida, es terrible. Ir a velar las últimas noches de vida es agotador pero tristícimo, pero tal vez una oportunidad para mostrarle que el amor a ella nunca morirá.
La directora CATALINA AGUILAR MASTRETA, con su primer largometraje (por cierto hija de los escritores Héctor Aguilar Camín y Ángeles Mastreta) de manera tan elegante, sutil y poético, nos lleva a un recorrido por todos esas sensaciones por las que atravesamos los seres humanos en momentos dolorosos y deprimentes. Increíble lo que se puede lograr con un presupuesto modesto, LAS HORAS CONTIGO posee buena manufactura, una fotografía cálida, y actuaciones mesuradas, limpias, creíbles por parte de todos los actores participantes.
LAS HORAS CONTIGO, despierta el amor que a veces se nos olvida por nuestros ancianos, al menos los que están en nuestra familia, el valor que tienen hasta su último aliento, por todo lo que consiguieron para nosotros y su propio mundo Una película que bien vale la pena nunca olvidarla.
LAS HORAS CONTIGO
DIR. Y GUIÓN: CATALINA AGUILAR MASTRETA
CON: CASSANDRA CIANGUEROTTI, ISELA VEGA, MARÍA ROJO
PRODUCE: LA BANDA FILMS, CUÉVANO FILMS
MÉXICO, 2015
88 MIN.
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