En repetidas ocasiones, en este espacio, he comentado que
las historias cinematográficas que mejor funcionan son las que se extraen de la
realidad circundante, son las que se hayan dentro de un contexto social,
político, cultural, psicológico y religioso, referentes al pasado, presente o
futuro. Me refiero a historias que no tienen la intención de criticar, mucho
menos condenar hechos históricos, sino más bien tratan de mostrarnos que son el
resultado de las circunstancias existentes.
BESOS DE AZÚCAR tiene a su favor esto precisamente. Carlos
Cuarón, director de la cinta nos trae a la pantalla grande el retrato de la
vida cotidiana de uno de los barrios más temidos, pero con mucha cultura,
tradición, que vienen de la bravura histórica de sus vecinos; una colonia
conformado por un mosaico indivisible e interminable en narraciones: Tepito,
ubicado a unos pasos del centro de la Ciudad de México.
El también director de RUDO Y CURSI, toma la parte de la
corrupción policial, la mafia del comercio irregular anidada en las calles de
la colonia por décadas y un poco de la psicología de sus habitantes para
contarnos una historia de inocencia y amor entre dos niños de doce años hijos
de ese barrio.
Muy “shakespeariano”, además inspirada en la cinta MELODY,
es la narración de un amor imposible ya que cada niño pertenece a familiar
rivales. Él es hijastro de un vendedor de películas piratas, su madre policía
de tránsito. Ella, hija de la mujer “rica” y tal vez más importante de la
colonia, es decir, la líder de todos los ambulantes, la que negocia con la
delegación, la que se entrega al cuerpo policíaco, por su puesto, quiere lo
mejor para su hija y la tiene estudiando en un colegio de Polanco, por tanto,
nadie puede acercarse a su hija, nadie la merece, está prohibido hasta
acercársela.
La película se antoja, linda, llena de ternura y amor
inocente. La idea y la narrativa en imágenes es la ideal, entretiene, mantiene
al espectador pendiente de qué es lo que pasará. Sin embargo tiene dos
inconvenientes importantes: tarda en “asuntar”, es decir, tarda mucho en cerrar
el planteamiento, pierde tiempo en mostrarnos la vida cotidiana de todos los
personajes, la psicología de cada uno de ellos, las relaciones interpersonales,
pareciera que nunca va a llegar el punto medular de la cinta: el inicio de la
relación amorosa de los niños.
Pero cuando por fin los muchachitos se conocen y deciden
intentar “algo” a su entender, empieza lo mero bueno, y también el otro
inconveniente: como ellos dos NO son actores (se nota que los contrato “de por
ahí”) no reflejan la intensidad de su inocencia, de su despertar sexual, de sus
caprichos e ilusiones, no proyectan nada, por tanto la película no levanta como
debería.
Hay que reconocer, es importante esta cinta por el hecho de
que no se está juzgando a nadie en el barrio, no se está condenando la
piratería, no se critica la interminable corrupción de las autoridades,
simplemente se muestra lo que es, punto. Es un retrato a través de tantas
historias que deben encerrar en sus calles.
BESOS DE AZÚCAR
DIR. CARLOS CUARÓN
ESCRIBE: CARLOS CUARÓN Y LUIS USABIAGA
CON: HÉCTOR JIMÉNEZ, PALOMA ARREDONDO, VERÓNICA FALCÓN
PRODUCE: BESOS COSMICOS, ITACA FILMS
MÉXICO, 2013
89 MIN.
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