sábado, 5 de enero de 2013

EL HOBBIT




Gandalf (Ian McKellen) tanto en El Hobbit o como en El Señor de los Anillos hace mención que generalmente las cosas más pequeñas, de apariencia insignificante, son las que provocan los sucesos más grandes y extraordinarios en el mundo, es más yo agregaría que son los que en verdad hacen funcionar el motor de este mundo, de esta sociedad.

El Gandalf el Gris, ese mago errante de la tierra media, sabio por demás, tiene fe en todo aquello que podría parecer diminuto físicamente, o en su manera de vida, pero sabe que dentro de esa clase de seres existe una capacidad inmensa de amor y fe, ingredientes poderosos para vencer cualquier tipo de maldad, dos elementos imprescindibles para generar astucia, sagacidad, veracidad y sabiduría. Sólo así la tranquilidad o paz del alma que todos anhelamos tener se puede obtener.



 
Qué padre se escucha todo esto, pero son muy pocos quienes lo logran en la vida real, por tanto son contados los privilegiados en alcanzar la gracia de ser recordados por siempre, que se puede traducir en la bendición de la vida eterna. Hiciste algo trascendental como el hecho de ser un extraordinario hijo o hija, no te preocupes, entonces serás recordado a través de las generaciones quedarás para la posteridad, es decir, la vida eterna.

Bilbo Bolsón, un hobbit común y corriente como todos los de su raza emprende una aventura inesperada, algo que ni se proponía, ni quería, ni buscaba. Fue Gandalf quien se apareció de repente en su casa sin más ni más (así como los hechos fulminantes en la vida) para impulsarlo a emprender un viaje más allá de su hogar. Bilbo era inexperto en todo, (como todos en la vida) pero conforme a las experiencias recorridas o errores cometidos poco a poco se formaría un carácter, maestro en ciertas actividades, dueño de sí mismo.


Así como la historia de Bilbo es toda una aventura, la película en sí, a nivel técnico también lo es. Peter Jackson, director, filmó con cámaras 3D, pero no sólo eso, sino con una velocidad de captura de 48 cuadros por segundo que da como resultado una alta definición en imagen y audio. Es decir, el cine ha dado un paso más en su propia historia. Ver El Hobbit en 48 HFR (así se llama el nuevo formato) y 3D es toda una experiencia fenomenal, divertidísima. Esto es algo que le dije a mis hermanos, como fan del mundo Tolkien los contagié de mi entusiasmo. Mi hermano menor corrió a verla en ese formato y le fascinó.

A Jaime le comenté, “llevemos a mi papá, no se puede perder esta vivencia”. Así lo hicimos, mi hermano, mi padre, mi cuñada Christiane y yo. Por su puesto a los cuatro  nos encantó, los efectos visuales, los especiales, la acción, la adaptación del libro, hasta el maligno pero entrañable Gollum.


Afortunadamente en el mundo hay gente que lleva a cabo la filosofía de El Hobbit, llevar día a día la bondad, este elemento es el que nos da luz para iluminar cada paso, ayudar a todos los que lo necesitan a nuestro alrededor, ya sea con una palabra, una mirada, una sonrisa, o con algo material, todo de manera incondicional. También, afortunadamente conocí a alguien así, alguien que ya no está aquí, mientras estuvo se condujo de manera tal que sólo había luz detrás de ella, y delante mucho más brillante, iluminaba a todos, se iluminaba a sí misma, así contagiaba su entusiasmo por la vida, su amor hacia los demás, y la inteligencia para caminar en la vida. Ella, esposa de mi hermano, Christiane.

Ella hacía cosas pequeñitas, mismas que provocaban otras grandiosas para ella, para su familia, para su esposo o cualquier otra persona que tenía contacto con ella. Christiane, como Bilbo pacífico, bondadoso, con carácter, con alegría, con diplomacia, con fuerza, coraje e inteligencia recorrió esta vida, la gozó, la triunfó, la disfrutó. Llegó muy lejos.


 
EL HOBBIT
(THE HOBBIT)
Dirige: Peter Jackson
Escribe: Philippa Boyens, Fran Walsh, Guillermo del Toro (guión), J.R.R. Tolkien (novela)
Con: Martin Freeman, Ian McKellen, Andy Serkins, Richard Armitage
Produce: New Line Cinema, Metro Goldwyn Mayer, Wingnut Films
169 min
EUA, Neva Zelanda, 2012

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