El decir que el amor es para
todos, que el amor es ciego, que para que haya amor se debe fijar en los
sentimientos no en la apariencia física, entre otras fases, es caer en lo
superfluo de lo que en realidad quiere decirnos Guillermo del Toro con su más
reciente cinta The Shape Of Water (La Forma del Agua), ya que aunque es una
historia de amor, más bien es una cinta de los seres monstruosos que somos
todos sin excepción, y pese a ello hay quienes son hermosos, irradian luz, fe y
esperanza.
Mientras que transcurría la
película me fui formando la idea de que lo que estaba viendo era un poema
visual. Guillermo del Toro, con esta película, es un claro ejemplo de lo que
siempre he defendido, por un lado, es una película cuya historia se cuenta con imágenes
no necesariamente sonoras; por el otro, es un trabajo cinematográfico que
aporta en cada rubro en el que fue concebido. Aquí se utiliza una narrativa
sutil, elegante y conmovedora, su ritmo te hace sentir que van flotando, como
si navegaras en nubes de algodón, que te permites dejarte llevar sin importarte
el destino, sólo te preocupas por disfrutar el instante, es decir, te hace sentir
como si estuvieras enamorado sin razón. Exactamente las mismas sensaciones que
experimenta el personaje central Elisa (Sally Hawkins, Blue Jazmin).
Elisa es una mujer de mediana
edad, muda, que vive sola en una de las bodegas habilitadas como viviendas en
la parte superior de un complejo cinematográfico, es empleada de limpieza de un
importantísimo centro de experimentos de la milicia y por tanto del gobierno de
Estados Unidos, su vida es rutinaria, monótona, de su casa, al trabajo y viceversa,
todos los días, con unos tiempos libres para visitar a su amigo y vecino (Richard
Jenkins). Hasta que en el área de ese centro militar donde ella labora, llevan
un ser extraño, un monstruo que asemeja al monstruo de la laguna verde, y con
quien decide entablar una relación muy particular.
Aunque la cinta se antoja para
una historia de amor cursi entre dos seres completamente opuestos y que podría
ser imposible y juzgados, en realidad no se trata totalmente en esto, es más
bien sobre algo más maravilloso que amar a alguien, es sobre amarse a sí mismo.
Lo que pasa es que muchas veces, para romper esa rutina que nos marchita y nos
volvamos grises para el mundo, necesitamos un empujoncito, algo o alguien que
adoptemos como el objeto de nuestro deseo o de nuestros sentimientos, para que
florezcamos de nuevos, nos llenemos de energía, de luz, entusiasmo, alegría,
sentirnos vivos de nueva cuenta. Elisa, a pesar de que no le hace falta nada ni
materialmente, ni emocionalmente (porque está rodeada de cariño de sus amigos),
lo que no tiene en definitiva es amor propio, reconocerse a sí misma y crecer
como mujer, tuvo que llegar alguien como ella, un ser maltratado, solo, mal
valorado, atrapado, mal querido, para verse reflejada en él, e
inconscientemente al ayudarlo, se ayuda a sí mismo a escapar de su ostracismo.
Ahora imagínense esta historia adornada
con el ambiente de los años 50, música que te transporta a lo hermoso del amor,
una fotografía con texturas verde esmeralda dándonos tranquilidad, un juego de
tomas en las que nos transportan al alma de cada personaje a través de sus
miradas, esa interacción entra cada uno de ellos que nos remite a danzas
oníricas, poéticas. En pocas palabras, Shape of Water es una fábula poética, como
si estuviera contado por un niño de 4 años, llena de imaginación, amor y temor,
lleno de incongruencias, pero con mucha verdad, ¿cómo superar el miedo a los seres
monstruosos que nos atacan desde niños? Pues como lo hace Guillermo del Toro,
dotándolos de belleza.
LA FORMA DEL AGUA
(The Shape Of Water)
Dirige: Guillermo del Toro
Escribe: Guillermo del Toro,
Vanessa Taylor
Con: Sally Hawkins, Michael
Shannon, Octavia Spencer
Produce: Bull Productions, Double
Dare You, Fox Searchlight Pictures
Estados Unidos, Canadá, 2017
En inglés, en lenguaje estadounidense
de señas y en ruso
123 min.
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