El error
más grande que Jon Favreau cometió al dirigir el “live action-animation” de El
Rey León es que no le puso la magia y fantasía que debe contener toda película
de Disney.
Por Abel
Olivares R
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Al Cine Con Dolly Freim
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@abel_oratap
Al
momento de escribir esta reseña, han pasado tres semanas desde su estreno y ya han
nombrado a El Rey León 2019 como la película animada más taquillera de todos
los tiempos, no es de extrañarse ya que es una cinta familiar icónica, tanto
que desde 1994 a la fecha todo mundo sabemos eso de “jakuna matata” qué es y
para qué sirve, de dónde proviene y quién lo inventó. Es más, hay momentos
virales en redes sociales donde un perrito aúlla a modo de tristeza cuando en
la televisión está el momento en que Mufasa muere y Simba llora. A lo que voy,
es que esa historia rompió la barrera de espacio, tiempo y especie, debido a la
fantasía con el que estuvo dotada, los números musicales estrambóticos, los
personajes que se graban en la memoria colectiva aunque sean pequeños como Zazú,
Rafiki, o las hienas, en fin; el factor nostalgia, el factor impacto, el factor
fantasía, es lo que ayudó a que todos fuéramos a las salas a ver esta versión y
así romper el récord, pero ahora la pregunta es ¿qué sensación te dejó al
momento de iniciar los créditos finales?
El Rey
León de Jon Favreau, quien por cierto dirigió el live action de El Libro de la
Selva en 2016, quien, por cierto, para que lo ubiquen, es el actor que
interpreta a Happy, el asistente personal de Tony Stark en el Universo Cinematográfico
de Marvel; se queda encasillado en un documental de National Geographic. Hace cerca
de catorce años, hubo un documental seriado famoso sobre las suricatas (timón),
donde las cámaras, estratégicamente bien colocadas, se mostró el drama familiar
que viven estos animalitos, así tal cual, drama familiar, porque había amor,
traición entre parientes, compañerismo, aventuras en la escuela, en la vida, en
la muerte, era una especie de telenovela, muy divertido. El Rey León 2019 es
eso, es como haber visto ese mismo documental, pero con animales de la sabana ¿a
qué me refiero con esto?
La
animación, eso sí, es impresionante, el diseño y movimiento de cada animal, y
paisajes son extraordinariamente reales, aunando la fotografía, con filtros
áridos, que realzan el realismo en los paisajes, te adentra en el lugar, pareciera
que sí colocaron cámaras y capturaron momentos clave. Eso es padrísimo y no hay
queja alguna en ese rubro. Donde sí empieza a molestar, a sentirse que no se
está viendo lo que se esperaba, es cuando la voz, el doblaje, sin importar el
idioma, no coincide con el movimiento de labios en los personajes y es que lo
único que hacen es abrir y cerrar la quijada, como muñecos de ventrílocuo, he
escuchado y leído que las quejas se centran en la falta de gesticulación, dejemos
eso a un lado porque si nos remontamos a 1995 con “Babe El Puerquito Valiente”
podremos recordar que los animalitos de la granja NO gesticulaban pero SÍ movían
los labios de tal manera que SÍ coincidían con el doblaje, y las expresiones
faciales fueron sustituidas por expresiones corporales de los animalitos, los
matices en las voces y la música de fondo, todo para proyectar las emociones en
el público, así podríamos preocuparnos por el fracaso de Babe cuando las ovejas
no lo obedecen, entre otros muchos ejemplos. Entonces la pregunta es ¿por qué
no hicieron lo mismo para El Rey León?
Hablemos
de los números musicales, está bien que la idea era trasladar la de 1994 a un “live
action” es decir, ver a animales “reales” recreando la película de caricatura,
pero eso no quiere decir que fueran estrictamente de realismo, es decir, resultaba
extraño ver “cantar” a los animales simplemente abriendo y cerrando la quijada
por momentos, o dejando las canciones como de fondo mientras que los personajes
caminaban por aquí y por allá, y ya, así de áridos y secos era los números
musicales. Entonces ¿dónde quedó la fantasía característica de Disney? Pudieron
haber puesto a los personajes, no bailar, pero sí más dinámicos, divertidos,
moviendo los labios, con grandes efectos visuales ¿por qué no, irreales? al fin
sería para hacer divertidos los números musicales.
El Rey
León sí da la sensación de haber visto un documental, porque en los momentos
clave como la muerte de Mufasa, el diálogo de Simba con el espíritu de Mufasa,
el temor de los cachorros en el cementerio de elefantes, la visión de Rafiki
cuando intuye la existencia de Simba adulto, entre otros, no dan tiempo para
crear atmósferas emocionales y dejarse contagiar por lo que está sintiendo el
personaje, llámese miedo, alegría, tristeza, como que esos momentos los terminan
de tajo no dejando crear sensaciones, a eso me refiero que no es contundente la
película.
Me
pregunto ¿este el estilo de la película que pensaron hacer desde el momento de
su concepción? Algo así como: “vamos a hacer El Rey León con animación pero que
se vea como si fueran animales reales, pero que al final se tenga la sensación
de haber visto un documental”. Me cuesta trabajo que haya sido así.
EL REY
LEÓN
(The
Lion King)
Director:
Jon Favreau
Guión:
Jeff Nathason
Voces
en español: Carlos Rivera, Sebastián Llapur, Fela Domínguez
Produce:
Fairview Entertainment, Walt Disney Pictures
Estados
Unidos, 2019
Género:
Animación, aventura, drama, familiar, musical
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